Continuamos el viaje hasta Santillana del Mar, la villa de las tres mentiras: ni es Santa, ni es llana, ni tiene mar. Merece la pena recorrer sus calles, subir alguna loma para obtener unas bonitas vistas. Lo hacemos con tranquilidad.
Nos dirijimos a Oreña, con su Palacio de Quintana, vestigios romanos, en un pequeño puente, al lado de una ermita, que nos acerca al Puerto Calderon y su playa más cercana Luaña, al lado de Cóbreces, donde hay unos ricos quesos fabricados en el monasterio por sus monjes y enfrente una panadería con pan rico, rico, rico...
El museo de Altamira, bien merece una visita guiada y por libre, y bien merece toda una tarde, la lluvia nos ayudó a decidirnos. La visita guiada a la Neocueva, merece, porque las explicaciones que ofrecen, son muy interesantes, sobre todo si vas con niños. Luego hay tiempo para visitar el resto del museo con tranquilidad, porque está muy completo. También visitamos una exposición temporal, sobre calcos que arqueólogos habían realizado en cuevas de la prehistoria por toda España, con un vídeo muy didáctico.
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