Domingueros Viti

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Despacio, despacio...Vivir deprisa no es vivir, es sobrevivir.

lunes, 14 de diciembre de 2015

Ruta al Castro de Yecla de Yeltes (Salamanca)

http://www.terranostrum.es/senderismo/salamanca/las-arribes/yecla-de-yeltes/ruta-de-los-castros-camino-del-castro-de-yecla-y-del-puente-un-ojo
http://debut-ando.blogspot.com.es/2016/03/senderos-musealizados-del-castro-de.html
Se deja el coche a la entrada de Yecla de Yeltes que hay mucho espacio, o junto a las Escuelas. Callejeando subimos hasta la Iglesia, donde se encuentra el museo arqueológico, bastante interesante.  Hay un teléfono a la puerta, si no está abierto: http://www.gestiondereservas.net/ficha/museo-arqueologico-yecla-yeltes. Desde allí, nos dirigimos por un sendero señalizado hacia el Castro, tomando nuestro tiempo para leer los paneles informativos y que l@s niñ@s aprendan cosas sobre historia. Rodeamos primero el Castro por el exterior de la muralla. Si partimos a nuestra izquierda, por los campos de piedras hincadas, tendremos que prestar atención, puesto que en ese tramo hay muchísimos grabados rupestres en las piedras de las murallas. Hay unas escaleras que bajan al río, hacia uno de los molinos.  Una vez de vuelta al sendero principal, seguido hay una salida, hacia una zona, donde podremos encontrar unas piedras en el suelo, en la que se han encontrado más grabados. Desde allí hay unas vistas espectaculares de los cortantes hacia el Arroyo o Regato Varlaña.
Al regresar al camino exterior de la muralla, continuamos y atentos siempre a la muralla, porque hay muchísimos grabados rupestres, en unas zonas más que en otros.
Está la zona de enterramiento y para terminar, entramos por la ermita en el recinto interior, para visitar su interior.
Luego, frente al aparcamiento bajamos hacia la calzada romana y el puente romano. También podemos continuar por la carretera un poco y desviarnos en un camino que nos lleva a la calzada romana y terminamos en el otro puente.
Regresando al Castro por la carretera y una vez pasada la ermita de abajo, tomamos el primer camino a mano derecha y seguimos hasta la carretera de Pozos, continuamos hacia la izda por la carretera hasta Yecla y encontramos los restos de otra calzada romana.
http://terraeantiqvae.com/profiles/blogs/la-cierva-de-yecla
http://www.turismocastillayleon.com/es/arte-cultura-patrimonio/yacimientos-arqueologicos/castro-yecla-yeltes
http://www.arribes.net/localidad_yecla-yeltes.htm
Aproximadamente 10 kms.



  

    Resultado de imagen de gema yecla de yeltes
 

http://www.lallanura.es/CUADERNOS/CDN19.pdf



Resultado de imagen de gema yecla de yeltes 


https://salamancartvaldia.es/not/225942/castro-veton-yecla-yeltes-secreto-piedras/

La puesta en valor de la necrópolis concedió al conjunto de los restos arqueológicos una visión real de la vida de sus moradores en este lugar, fácil de imaginar a poco que nos adentremos entre sus murallas y observemos desde lo alto la zona de piedras hincadas situada en la puerta norte, elemento de defensa contra los ataques de caballería de poblados cercanos.

Los orígenes del castro se remontan al siglo V a. C., pero es a partir del siglo III a. C. cuando se construyen la mayoría de los edificios y elementos defensivos que se pueden observar en la actualidad. Durante la etapa romana continuó habitado, abandonándose definitivamente en el siglo XII, momento en el que sus habitantes se trasladan a una zona más llana y que da origen al pueblo actual.


El castro se halla en la confluencia del río Huebra con el arroyo Varlaña, asentado sobre grandes peñascales. Ocupa prácticamente 5 hectáreas de superficie y está rodeado por una gruesa muralla de mampostería de granito en seco. La defensa del recinto se completaba con la presencia de zonas con piedras hincadas situadas frente a las puertas principales, restos que aún pueden observarse en la puerta norte de la muralla. Los accesos se presentan mediante cuatro puertas y dos portillos. La principal se halla en el flanco norte y da paso al único camino de acceso.

Tanto en el exterior como en el interior del emplazamiento destaca la presencia de más de un centenar de grabados rupestres. Se trata de insculturas hechas en la roca que representan principalmente caballos, aunque también hay algunas figuras humanas, dos escenas de caza, jabalíes, asnos, toros…, un sinfín de representaciones que venían a invocar la magia, capturar el deseo para que este se convirtiera en realidad.

Los principales elementos constructivos del castro, y de forma particular los relativos a sus defensas, pueden ser recorridos y visitados gracias a la labor de acondicionamiento, restauración y señalización efectuados en el yacimiento a través de distintas intervenciones.

A lo largo de un sugerente y atractivo trayecto de más de un kilómetro por el exterior del recinto, el visitante tiene la oportunidad de observar y conocer directamente los principales accesos al poblado, las zonas con piedras hincadas, algunos grupos de grabados, y en general las características de esta magnífica fortificación prehistórica enclavada en un paisaje de gran belleza, erizado de canchales graníticos y cubierto por bosques de encinas, conjunto al que se suma la necrópolis con la reproducción de una de las tumbas halladas.

Durante la etapa romana, el castro estuvo habitado. De hecho, en el siglo III se reconstruye parte de su muralla. A esta época se corresponden la necrópolis y diferentes estelas funerarias, que además hoy pueden encontrarse como elementos decorativos en muros y fachadas de Yecla de Yeltes.

Otro lugar ineludible para su visita es su aula arqueológica, convertido hoy en Museo y en el que se pueden encontrar importantes restos que trasladan al visitante 2.000 años atrás. Uno de los elementos que más llama la atención es un gran verraco realizado en granito, símbolo del pueblo vetón. En este espacio museístico se ofrece también una maqueta del complejo arquitectónico del castro que facilita al observador admirar la obra en su conjunto, además de restos óseos de sus antiguos pobladores, estelas funerarias y piezas de cerámica, objetos y herramientas de los que se sirvieron los vetones durante varios siglos en este espacio mágico a orillas del Huebra.